Explicar y aprender el subjuntivo con imágenes
La imagen es una gran aliada en la enseñanza. Y sin embargo, da la sensación de que las fotos, ilustraciones o vectores aparecen en los materiales didácticos como mero objeto decorativo, y que el poder de sugestión y de significado de la imagen está poco o mal representado en nuestro -nunca mejor dicho- imaginario docente colectivo: en nuestro repertorio metodológico del ELE.
Recordamos, memorizamos y asociamos significados con experiencias, sonidos, palabras; aprendemos a través de los sentidos, y el 75% de la información que recibimos la procesamos con la visión. La imagen, en definitiva, es soporte del aprendizaje; en palabras de Antonio Damasio, la imagen mental es la base del pensamiento humano.
Por otro lado, el subjuntivo, su uso y su significado de sistema se lleva intentando explicar desde diferentes tendencias que en la lingüística han influido enormemente en la manera en la que explicamos la gramática hoy en la clase de español: algunos autores, como Borrego, Asensio y Prieto, desconfían de explicaciones sobre el subjuntivo basadas en un único significado de sistema. Otros autores, en cambio, han vinculado la aparición del subjuntivo con nociones de irrealidad (Alarcos), virtualidad (Sastre Ruano) o presuposición (Rivero). Para otros, en cambio, el subjuntivo estaría, más bien, ligado a cuestiones temporales (Beardsley, Igualada Belchí) o funciona como un operador metalingüístico de gestión de la información (Matte Bon). En la postura propuesta por Togeby, el subjuntivo es más bien una suspensión de la afirmación. Esta misma línea fue ampliada por Terrell y Hooper, que planteaban el subjuntivo como la “no aserción”, y recientemente esa postura ha sido reformulada para la enseñanza de ELE por Ruiz Campillo, que explica de manera sistemática cada uno de los usos del subjuntivo como modo que expresa la “no declaración”.
Según la lingüística cognitiva, el lenguaje esté integrado en la cognición general; esto implica que comparte rasgos y estrategias con otras facultades cognitivas, como por ejemplo con la percepción (la manera en que vemos el mundo, o lo oímos), la memoria, la atención (la manera en que dirigimos nuestro foco a determinados puntos o aspectos de lo que percibimos) y la categorización (la manera en que ordenamos e inventariamos los objetos, animales, personas, sensaciones, conceptos, etc., que nos rodean). Consecuentemente, si la facultad para el lenguaje está emparentada con la percepción y la visión, el empleo de imágenes puede ser una herramienta particularmente útil para acceder al funcionamiento del lenguaje, especialmente a aquellos aspectos más abstractos, como la gramática.
Esta idea no es precisamente innovadora en el día a día de la clase de español: son incontables los profesores que a lo largo de la historia han empleado dibujos o esquemas visuales representados en la pizarra para apoyar la didáctica de los aspectos formales de la lengua, sin que la teoría de la lengua subyacente a su práctica docente tuviera punto alguno de conexión con los postulados teóricos de la lingüística cognitiva. Lo que sí representa una novedad es que el paradigma cognitivo ofrece una explicación al origen de esa intuición, y confirma que el procedimiento está en el buen camino, que merece la pena seguir invirtiendo en él.
El recurso a la representación visual, unido a conceptos como el de perfil y base, imagen lingüística o metáfora conceptual, ofrecen al docente un interesante marco de acción pedagógica. Explorarlo pretende convertir el tradicional recurso gráfico, empleado tradicionalmente de manera intuitiva, en un procedimiento pautado y basado en una serie de principios sistemáticos, a fin de proponer itinerarios de aprendizaje más amenos y claros en temas que históricamente han resultado particularmente opacos y tediosos para el alumno.
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